Me
despido de ti como humo de esa lumbre
que
confunde su sombra con el cielo plomizo,
trastocando
en tristeza lo que fue una canción
que
nos rindió al abrazo en noches de abandono.
Se
abate plenilunio sobre nuestras cabezas.
Me
despido de ti como bajamar lenta,
que
no espera otra luna ni otro cuarto creciente.
No
hay encrespado mar contra el acantilado,
ni
espuma borboteando entre las rocas,
sólo
un vasto horizonte lejanísimo
donde
se desangela la mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario