De petardos y buitres
El que no cree en la magia nunca la
encontrará.
A Santiago Carrasco
El Ortosaurio descabezado, bar literario del
barrio de Lavamanos, presentaba la actuación de Santi, mago y boy friend de Angelface,
amiga poeta de otra poeta amiga mía. Así que la acompañé.
Cuando comenzó la actuación avisó que era mago de
quebrantahuesos porque las palomas le daban alergia.
Justo cuando se quitó la chistera para hacer
aparecer un quebrantahuesos despeluchado de una envergadura de dos metros, que
causó asombro y susto entre los asistentes al acto, me di cuenta que yo conocía
a Santi.
¿No era el que me lanzó, hace muchos años, un
corre pies en Pezuela de las Torres?
Sí, era él. Hay personas que tienen una
trayectoria terrible: pasan de los petardos a los buitres con una facilidad
pasmosa. Lo que me asombraba era que su novia se llamara Angelface, aunque
fuera un sobrenombre.
Entonces pidió un voluntario de entre el público.
Nadie se animaba por culpa del quebrantahuesos que estaba encapuchado en una percha
detrás del mago.
Santi aclaró que se trataba de una sofronización
en la que la persona se transformaba en otra persona, así que salió Luis, un
poeta bastante pijo que quería impresionar a su pareja para fines lúdicos.
Santi aplicó sus técnicas y Luis, enseguida
comenzó a responder a las preguntas que le hacía:
- ¿Quién eres?
- Soy el autor de la Orestiada- contestó Luis sin
dilación
- Odio los quebrantahuesos- continuó
Esta contestación confundió a Santi y a muchos de
los asistentes, ya que mucha gente desconoce que a Esquilo, autor de la
Orestiada, le mató una tortuga lanzada desde gran altura por un
quebrantahuesos.
El dramaturgo griego había decidido irse fuera de
la ciudad ya que un oráculo le había predicho que moriría aplastado por una
casa. Pensaba que así escapaba de su trágico destino.
Santi no consiguió que Luis volviera de su
personaje, así que lo dejó en su estado de felicidad sabiendo que se le pasaría
en compañía de su chica, que le miraba admirada.
Al final no fue a mayores porque alguien dijo que
era el cumpleaños de Santi y mientras Esquilo declamaba con un toque muy
teatral su Orestiada brindamos distendidamente.
De los corre pies ni hablé, fue mucho más fuerte
la Orestiada que aquellas carreras en mis medias.