Ahora,
tendida así, junto a tu piel
mi
cabeza en tu pecho, te respiro
ese
aroma tan tuyo que mendigo en tu ausencia
con
ansioso sabor a frutos rojos.
Ver
tu cuerpo en mi lecho
con
las manos en alas convertidas
que
me rozan y erizan hasta el alma.
Respóndete
tú mismo a la pregunta:
si
mereces estar en mi costado
en
este atardecer de mayo y de jazmín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario