Mis
palabras se vuelven invisibles
cuando
no están tus labios en los míos.
Barro
se vuelve mi temblor, desnudo,
y
fuego transparente el corazón;
y
todo es ya ceniza, desconsuelo y arena.
De
uvas que no son uvas me alimento
y
libo amargos frutos de algún mar.
Y
sólo cuando ya puedo nombrarte
mi
vida recupera alguna dimensión.
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