Me
entregué tantas veces a lugares sin límites,
a
canteras de azufre y de granito,
a
cataratas que no tienen fondo;
tantas
veces besé este suelo que piso
para
poder soltar cualquier barrera
que
me hice maestra en vencer extravíos.
Hoy
me rodeo de pajes y de príncipes,
salto
como los pájaros pequeños
y
siempre encuentro un alma compañera,
un
ángel que me siga, como tú.
Mas
no logro esconderte debajo de mi cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario