La
última campanada del silencio
la
escuché ayer, cuando te despedías.
Me
llevé entre mis labios tu sabor,
tu
ternura en mis manos,
tesoros
que escondí por mis bolsillos
como
pañuelos rojos de seda y tafetán.
La
última campanada del silencio
tuvo
un eco especial en mi conciencia,
superó
la barrera de mil ruidos
que
golpeaban las esquinas
y
que yo iré guardando y olvidando
hasta
que tú regreses una tarde cualquiera.
Precioso
ResponderEliminarGracias Luis Angel. Saludos
ResponderEliminarImpecable preciosidad. La comparto en mi blog de preferidos, con tu permiso.
ResponderEliminarUn abrazo grandote, desde el silencio.