jueves, 24 de marzo de 2016

Turbulencias


A cada cerdo le llega su San Martín
Refrán

Habíamos atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. Las turbulencias habían cesado, me refiero a las atmosféricas.
 Pedro y el pánico eran un solo elemento y su crispación ante el sentimiento de peligro también traería turbulencias terribles posteriores.
Soltó mi mano, atenazada por  el dolor. Su mirada de reproche no me afectó lo más mínimo. La idea de sobrevolar el Atlántico había sido suya.
Me levanté para ir al cuarto de baño y cuando regresé a mi asiento, dormía relajado. Él desconocía que el supuesto tranquilizante que había ingerido, hacía poco más de media hora, iba a sumirle en un profundo y definitivo sueño.


Los multiceringos



No hay nada repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente.

El ortinopediatra especializado en mutidistencias le reconoció ante la presencia de su progenitora. Una vez que terminó su trabajo el especialista le preguntó:
- ¿Qué es lo que te sientes?
- Siento distorsión en todos mis orificios, incluso los que están cubiertos.
- ¿Los orificios cubiertos?
- Sí, sobre todo en los ojos
- ¿En los ojos?
-Sí, todos los días los veo.
-¿Los ves?
-Sí, a los multiceringos.
Y continuó:
- Pero ayer me asusté porque no los vi.
-¿No?- contestó incrédulo el especialista.
- No, estaban escondidos tras el reloj de pared del comedor.
En ese momento su madre se levantó de la silla y dijo:
- ¡Ah! Mi hijo está desequilibrado.
- No, no, cálmese, señora- dijo el ortinopediatra.
Y añadió:
- No es muy grave, su hijo solo pasa por una fase equiliquebrada. Tendrá ataques de risa durante tres días. Nada grave. Eso sí, quite enseguida el reloj de pared.



Jack



Lo que ha de suceder, sucederá.


¿Quién habría cortado los árboles de su jardín?
Lucía miraba desolada el aspecto del espantoso espectáculo desde el umbral de la puerta.
Bajó su vista al suelo para caer en la cuenta del terrible color pardo que cubría el cemento que pisaba.
¿Y las arizónicas? Las arizónicas también habían desaparecido, dejando ver un muro del mismo color que el suelo, horroroso.
Invadida por una gran tristeza, empezó a pensar lo dejado que tenía todo. El jardín y ella misma con aquellos pantalones verde oscuro de popelín, viejos por el uso y que hacían juego con aquella camisola del mismo color y calidad.
Toda su vida era gris, la desdicha y el desconsuelo se  habían apoderado  de ella. Todos sus sentimientos eran nostálgicos. Una vida de lucha y sacrificios para nada.
En mitad de sus elucubraciones fue interrumpida por la celadora:
— Dolores, suba  a hablar con el Director, creo que es usted libre.
— ¿Yo?
— Si, usted.  Han encontrado a Jack
— ¿A que Jack?,  preguntó con cara de incredulidad.

— Al destripador, ha confesado que una de sus víctimas era su vecina. Esto prueba que es usted inocente.

Ese súper yo que mata



El primero que comparó a la mujer con una flor, fue un poeta; el segundo, un imbécil. Voltaire


-¿Alguien tiene algo más que decir?
Lo dijo casi casi gritando, verdaderamente enojada. Había llegado al límite, estaba claro. Todos se quedaron muditos, agarrotados.
Así que continuó:
- Estoy harta de las malas pasadas del inconsciente,  harta de las psiquis desamuebladas.
La decena de personas que le escuchaban seguían en silencio,  mirando, paralizados.
Todos sabían que ese  pasado traumático les tenía encapsulados, que habían perdido el deseo.
Ahora, perdidos en esa isla, incomunicados, tras el naufragio del barco que les traía del concurso de Míster Universo, celebrado en Filipinas, se encontraban más hundidos que el propio barco en el navegaban.
Con su desesperación en aumento y sabiendo que, como única mujer, debía coger las riendas de tan incongruente situación, comenzó a resolverla como ella muy bien sabía, con esa gran ilusión que ponía en todo y que le caracterizaba. Con esa gran fantasía que, en momentos enojosos, ponía en marcha.
Si, si, uno a uno, les fue liberando de ese superyó que les castraba, con ese gran placer de actuar con el deseo. Sin tapujos, con esa gran pulsión de vida que tanto le singularizaba.
Un barco mercante pasó a los tres días por la isla, pero tuvo el tiempo suficiente.


En el bar



“Yo no sé lo que es la masturbación, señor”
Luis Buñuel
(Homenaje a Max Aub y Luis Buñuel)


El del bar nos comentó que era un señor importante, director de cine, pero que le conocían mucho en México porque había vivido allí muchos años.
- ¿Y el señor que le acompaña? preguntamos.
- Un polífago
- ¿Un qué?
- Un glotón
- ¡Ah!
- Es escritor.
- Y ¿por qué habla tan alto?
- Porque el otro no oye bien, es sordo. Según dicen es por culpa de los tambores de su pueblo.
Pasado un rato, el del bar se acercó a la mesa para preguntarles si querían algo más:
- ¿Quieren ustedes algo más de consumición?
Entonces el sordo contestó con voz alta y ronca:
- ¡Yo no sé lo que es la masturbación, señor!
Todo se quedó en silencio.
Años más tarde supimos de quién se trataba y entonces nos entró la duda de si aquella brusca contestación se debía a su terrible carácter y por una cuestión así se enfadaría con Dalí. Quizá se trataba de una respuesta típica de un sordo o quizás de una respuesta que formaba parte de su fantástico mundo surrealista.

Nota del autor:
Masturbación: Dícese del que se turba en demasía con o sin razón. Puede producir ceguera aunque no está científicamente demostrado. Quizá se trate de una leyenda urbana, como tantas otras.



El juicio



Quien no castiga el mal, ordena que se haga.


- Él, siempre de manera insistente me decía: Me gusta hacerte daño, y le aseguro, señor juez, que yo no le tomaba en serio. Realmente me sorprendió el día que, sin más, me cortó las piernas.
El juez miraba a Susana sin dar crédito. No entendía nada y, dirigiéndose a ella, dijo:
-¿Sería tan amable de ponerse en pie?
Susana, con decisión, se levantó de la silla desde la que estaba declarando  y se puso en pie.
Entonces, el juez, cuyo rostro parecía cada vez más perplejo, al ver las impolutas y torneadas piernas de Susana, se dirigió a su asistente y le pregunto en voz baja:
-¿Cuánto tiempo hace que sucedió esto?
-Hace un año señor magistrado.
No sabiendo qué añadir le indicó a Susana que no tenía más preguntas.
Susana abandonó el estrado y se sentó junto a su abogado.
El abogado defensor llamó a continuación al siguiente testigo: el doctor Crack.
-Doctor Crack, ¿puede indicar por qué razón la demandante, doña Susana Pérez del Mar, a la que mi defendido le cortó las piernas con la sierra, puede caminar perfectamente como hemos visto todos?
El público estaba expectante a la respuesta:
- El caso de Susana es único en el mundo. Yo mismo fui testigo de cómo, desde el día siguiente al suceso, iban creciendo sus piernas, regenerándose como si fuera una estrella de mar.

El abogado, a continuación, solicitó al juez que este hecho fuera un eximente ya que no se precisó ninguna intervención quirúrgica. Pero el juez resolvió condenar al novio de Susana ya que, aunque esta vez había habido suerte, no era seguro que, en otra ocasión fallara y cortara las piernas a una mujer que no fuera estrella de mar.

De petardos y buitres

De petardos y buitres

El que no cree en la magia nunca la encontrará.

A Santiago Carrasco


El Ortosaurio descabezado, bar literario del barrio de Lavamanos, presentaba la actuación de Santi, mago y boy friend de Angelface, amiga poeta de otra poeta amiga mía. Así que la acompañé.
Cuando comenzó la actuación avisó que era mago de quebrantahuesos porque las palomas le daban alergia.
Justo cuando se quitó la chistera para hacer aparecer un quebrantahuesos despeluchado de una envergadura de dos metros, que causó asombro y susto entre los asistentes al acto, me di cuenta que yo conocía a Santi.
¿No era el que me lanzó, hace muchos años, un corre pies en Pezuela de las Torres?
Sí, era él. Hay personas que tienen una trayectoria terrible: pasan de los petardos a los buitres con una facilidad pasmosa. Lo que me asombraba era que su novia se llamara Angelface, aunque fuera un sobrenombre.
Entonces pidió un voluntario de entre el público. Nadie se animaba por culpa del quebrantahuesos que estaba encapuchado en una percha detrás del mago.
Santi aclaró que se trataba de una sofronización en la que la persona se transformaba en otra persona, así que salió Luis, un poeta bastante pijo que quería impresionar a su pareja para fines lúdicos.
Santi aplicó sus técnicas y Luis, enseguida comenzó a responder a las preguntas que le hacía:
- ¿Quién eres?
- Soy el autor de la Orestiada- contestó Luis sin dilación
- Odio los quebrantahuesos- continuó
Esta contestación confundió a Santi y a muchos de los asistentes, ya que mucha gente desconoce que a Esquilo, autor de la Orestiada, le mató una tortuga lanzada desde gran altura por un quebrantahuesos.
El dramaturgo griego había decidido irse fuera de la ciudad ya que un oráculo le había predicho que moriría aplastado por una casa. Pensaba que así escapaba de su trágico destino.
Santi no consiguió que Luis volviera de su personaje, así que lo dejó en su estado de felicidad sabiendo que se le pasaría en compañía de su chica, que le miraba admirada.
Al final no fue a mayores porque alguien dijo que era el cumpleaños de Santi y mientras Esquilo declamaba con un toque muy teatral su Orestiada brindamos distendidamente.
De los corre pies ni hablé, fue mucho más fuerte la Orestiada que aquellas carreras en mis medias.