No
altera a las cigüeñas el tañido
de
esa campana de hondas cavidades,
vigilantes
de todo lo que alcanzan:
árboles,
sombras, vacilantes pasos,
gentes
que avanzan esparciendo dudas.
La
lluvia no les causa desaliento
mientras
un viento sur cubra sus ojos.
Sonido
bronce sobre campos trigo
y
las puertas cubiertas de aquel musgo
que
tapizó sus nidos olvidados.
Ellas
no saben que te estoy queriendo.
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