jueves, 24 de marzo de 2016

Jack



Lo que ha de suceder, sucederá.


¿Quién habría cortado los árboles de su jardín?
Lucía miraba desolada el aspecto del espantoso espectáculo desde el umbral de la puerta.
Bajó su vista al suelo para caer en la cuenta del terrible color pardo que cubría el cemento que pisaba.
¿Y las arizónicas? Las arizónicas también habían desaparecido, dejando ver un muro del mismo color que el suelo, horroroso.
Invadida por una gran tristeza, empezó a pensar lo dejado que tenía todo. El jardín y ella misma con aquellos pantalones verde oscuro de popelín, viejos por el uso y que hacían juego con aquella camisola del mismo color y calidad.
Toda su vida era gris, la desdicha y el desconsuelo se  habían apoderado  de ella. Todos sus sentimientos eran nostálgicos. Una vida de lucha y sacrificios para nada.
En mitad de sus elucubraciones fue interrumpida por la celadora:
— Dolores, suba  a hablar con el Director, creo que es usted libre.
— ¿Yo?
— Si, usted.  Han encontrado a Jack
— ¿A que Jack?,  preguntó con cara de incredulidad.

— Al destripador, ha confesado que una de sus víctimas era su vecina. Esto prueba que es usted inocente.

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