jueves, 24 de marzo de 2016

De petardos y buitres

De petardos y buitres

El que no cree en la magia nunca la encontrará.

A Santiago Carrasco


El Ortosaurio descabezado, bar literario del barrio de Lavamanos, presentaba la actuación de Santi, mago y boy friend de Angelface, amiga poeta de otra poeta amiga mía. Así que la acompañé.
Cuando comenzó la actuación avisó que era mago de quebrantahuesos porque las palomas le daban alergia.
Justo cuando se quitó la chistera para hacer aparecer un quebrantahuesos despeluchado de una envergadura de dos metros, que causó asombro y susto entre los asistentes al acto, me di cuenta que yo conocía a Santi.
¿No era el que me lanzó, hace muchos años, un corre pies en Pezuela de las Torres?
Sí, era él. Hay personas que tienen una trayectoria terrible: pasan de los petardos a los buitres con una facilidad pasmosa. Lo que me asombraba era que su novia se llamara Angelface, aunque fuera un sobrenombre.
Entonces pidió un voluntario de entre el público. Nadie se animaba por culpa del quebrantahuesos que estaba encapuchado en una percha detrás del mago.
Santi aclaró que se trataba de una sofronización en la que la persona se transformaba en otra persona, así que salió Luis, un poeta bastante pijo que quería impresionar a su pareja para fines lúdicos.
Santi aplicó sus técnicas y Luis, enseguida comenzó a responder a las preguntas que le hacía:
- ¿Quién eres?
- Soy el autor de la Orestiada- contestó Luis sin dilación
- Odio los quebrantahuesos- continuó
Esta contestación confundió a Santi y a muchos de los asistentes, ya que mucha gente desconoce que a Esquilo, autor de la Orestiada, le mató una tortuga lanzada desde gran altura por un quebrantahuesos.
El dramaturgo griego había decidido irse fuera de la ciudad ya que un oráculo le había predicho que moriría aplastado por una casa. Pensaba que así escapaba de su trágico destino.
Santi no consiguió que Luis volviera de su personaje, así que lo dejó en su estado de felicidad sabiendo que se le pasaría en compañía de su chica, que le miraba admirada.
Al final no fue a mayores porque alguien dijo que era el cumpleaños de Santi y mientras Esquilo declamaba con un toque muy teatral su Orestiada brindamos distendidamente.
De los corre pies ni hablé, fue mucho más fuerte la Orestiada que aquellas carreras en mis medias.


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